martes, 25 de diciembre de 2012

AQUILES NAZOA (Caracas, Venezuela 1920 -1976)


Amor, cuando yo muera...

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda,
ni llores sacudiéndote como quien estornuda,
ni sufras «pataletas» que al vecindario alarmen,
ni para prevenirlas compres gotas del Carmen.

No te sientes al lado de mi cajón mortuorio
usando a tus cuñadas como reclinatorio;
y cuando alguien, amada, se acerque a darte el pésame,
no te le abras de brazos en actitud de ¡bésame!

Hazte, amada, la sorda cuando algún güelefrito
dictamine, observándome, que he quedado igualito.
Y hazte la que no oye ni comprende ni mira
cuando alguno comente que parece mentira.

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda:
Yo quiero ser un muerto como los de Neruda;
y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores:
¡Eso es para los muertos estilo Julio Florez!

No se te ocurra, amada, formar la gran «llorona»
cada vez que te anuncien que llegó una corona;
pero tampoco vayas a salir de indiscreta
a curiosear el nombre que tiene la tarjeta.

No grites, amada, que te lleve conmigo
y que sin mí te quedas como en «Tomo y obligo»,
ni vayas a ponerte, con la voz desgarrada,
a divulgar detalles de mi vida privada.

Amor, cuando yo muera no hagas lo que hacen todas;
no copies sus estilos, no repitas sus modas:
Que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto,
¡sepa al menos el mundo que fui un muerto distinto!



domingo, 23 de diciembre de 2012

LEDO IVO, Maceió, Alagoas, Brasil 18 febrero 1924-Sevilla, España 23 diciembre 2012


LA MUERTE DEL CIUDADANO

Levántate, Juan, y grita al mundo
la protesta escondida en tu pecho
o guardada en tu duelo.
Ahora que moriste, el mundo es menos grande.
Perdiste, finalmente, los cielos sobredivinos
y la dulzura del átomo.
Vales más tendido que vivo,
con tu metafísica evidente
en los pliegues de la mortaja.
Yérguete, Juan, y grita a los presentes
que esta vida no da, que esta isla
no esconde un tesoro.
Lloraste inútilmente; amaste en vano.
Al viento, ofreciste el rostro desnudo,
efigie de Juan.
Debajo de los paisajes quedarás
hasta diluirse tu sumario total:
el polvo que fue Juan.

viernes, 20 de enero de 2012

ELENA ANDRÉS (Madrid 1929-2011)


El poeta Hilario Martínez Nebreda recuerda a Elena Andrés y nos dice de su entierro: 
"Se dispuso de un coche fúnebre para dos hijos de un primo fallecido y para mí. Así, fuimos los tres en el cortejo. No vino nadie a despedirla en el tanatorio y menos al cementerio.En los muchos años que he debido asistir a tan diversos entierros, por primera vez, he sentido la noble sensación de ser el sustituto de aquel amoroso animal canino que acompañó a Mozart en su entierro. 
Noté un rostro de extrañeza en el sacerdote que ritualizó la oración de despedida en el Cementerio y le dije: "estamos enterrando a una gran poeta". Entonces como sorprendido de la noticia me invitó a enunciar algún verso de la poeta. Saqué del bolsillo el librito que publicó Adonais en el año 1961 y con pausada voz, más bien, entristecida, pronuncié estos versos de "Eterna vela" (Hilario Martínez Nebreda)             

                                   No os apuréis, amigos,
                                   que bebéis de lo oscuro
                                   y jugáis a los dados
                                   con pierrots como lunas.
                                    Cuando en las manos vuestras
                                  sólo apreséis el aire,
                                  venid: encenderemos
                                  la nueva chimenea.
                                     Pero entonces, amigos,
                                  en un caballo de humo,
                                  me infiltraré en la noche,
                                  boca de Dios abierta.

Tuve el placer de conocer a Elena Andrés gracias a Hilario y Covadonga, y pude fotografiarla en 2005, quizás sea una de sus últimas fotos.( Edith Checa)