Edith Checa recuerda a Luz María Jimenez Faro, fallecida hace dos días en Madrid. Poeta, ensayista, editora y rescatadora de escritoras olvidadas y desconocidas. Siempre te he admirado, amiga en la poesía.
No lo
sabíamos entonces.
La vida era
un derroche
de verbos
clandestinos
y nuestros
huesos eran
un frugal
hervidero
de narcisos.
Pero
no lo sabíamos.
La luz como
un incendio
ceñía
nuestros cuerpos
de extraño
resplandor
para mirar
los días
como si
fueran redes
donde
atrapar los sueños.
La vida era
otra cosa.
Pero
no lo sabíamos.
Entonces nos
urgía
inaugurar
palabras,
conjugar
nuevos verbos,
traspasar
los celajes
oscuros de
la tarde
y sentir la
pasión
de aventuras
errantes.
No todo era
mentira.
Pero
no lo sabíamos.
El tiempo no
existía
y el tacto
de la vida
era un puro
espejismo.
Y es que
estábamos presos,
del tiempo y
del destino.
La muerte
silenciosa,
calladamente
pálida,
crecía con
nosotros.
Pero
no lo sabíamos.
Muchas gracias, Edith. Acabo de entrar en tu blog.
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