Edith Checa recuerda a Juan Ruiz de Torres
| ENCUENTRO EN POMPEYA |
| Casa de Pitius, Pompeya |
| Hacia el fin de la noche |
| tu voz me fue llenando la inconsciencia, |
| lentamente sentida, |
| asimilada perezosamente. |
| En la corriente oscura, casi áfona, |
| flotaban las palabras |
| - como piedras sin engastar, apenas |
| un resplandor fugaz, un hambre muda -. |
| Trataba, conmovido, de buscarte, |
| de asir, por un instante al menos, |
| tu ser, que tantas veces |
| fue mío, pero en vano: |
| tus ecos se perdían, |
| poco a poco más leves, más difusos. |
| Desesperado, lúcido que al alba |
| mi despertar sería tu pérdida incesante, |
| luché, grité al vacío, |
| concentré mi pasión, mi sed antigua. |
| En el instante último, |
| casi al doblar la esquina de la aurora, |
| te encontré en el torrente en que me hundía |
| y pasé junto a ti, del otro lado. |
| El alba fría y húmeda |
| iluminó la alcoba |
| donde sólo quedaba mi huella en la almohada... |
| Milagro concebible: estar unidos, |
| más allá de la vida y la memoria, |
| en la tierra brillante de los sueños. |

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